
LINEA DE TIEMPO

A principios del siglo XX Córdoba, que ya contaba con algunos cambios en
su fisonomía que indicaban rasgos de modernidad (la llegada del ferrocarril, la
aparición de los primeros automóviles y el proyecto del tranvía eléctrico, son
algunos de esos indicios), todavía era una "aldea" de grandes
dimensiones que conservaba costumbres y tradiciones pueblerinas. La
incorporación al circuito comercial agropecuario hizo dinamizar a ciertos
sectores económicos y sociales, pero este proceso de desarrollo no impactó en
igual medida en todos los pobladores de la ciudad. De esta manera, la vida
cotidiana de la Docta del 1900 estaba fuertemente marcada por las actividades
relacionadas con el campo.
En sus momentos de ocio, la población no tenía muchas propuestas a la
hora del esparcimiento. Si la oferta era escasa en los sectores más pudientes
(el hipódromo y el teatro, por ejemplo), la misma era casi inexistente en las
clases trabajadoras: jornadas laborales de 12 horas, sin días de descanso y
salarios bajos, hacían imposible que quedaran tiempo y recursos disponibles
para el entretenimiento.
Si bien en esa época se da la construcción de edificios (hoy) históricos
y el trazado de nuevas avenidas, plazas y parques, a la par subsistían
problemas estructurales de vieja data. La gran cantidad de viviendas en
condiciones paupérrimas (la mayoría eran ranchos y conventillos), la mala
situación sanitaria, la limitada red de agua corriente y la pobre
infraestructura de salud traían aparejados diferentes epidemias debido a la
proliferación de focos infecciosos.
Las 90.000 personas que habitaban la capital se repartían entre los
diversos "pueblos" (esa era la denominación que recibían los
barrios); los mismos estaban distribuidos alrededor del centro, tal cual
lo marcaba la localización original de la ciudad. Uno de los más populosos era
el Pueblo La Toma. Dicha zona constituía una zona de quintas y, en sus límites,
uno de los últimos reductos de la comunidad comechingona. La Toma, además, era
lugar de tránsito hacia Punilla: era la vía comercial de los troperos que
venían hacia Córdoba transportando sus mercancías. En 1910 cambia su
nombre y, en homenaje al centenario del natalicio de Juan Bautista Alberdi,
pasa a llamarse como lo conocemos actualmente: barrio Alberdi.
Los ingleses, junto al ferrocarril, trajeron sus costumbres y sus
tradiciones. Organizaron clubes y entidades para continuar desarrollando sus
prácticas socio-culturales y también deportivas. Entre las disciplinas que
trasladaron desde Europa se encontraba un deporte que alteraría gradualmente
los hábitos de la ciudad: el "football". Fueron los directivos y
trabajadores ferroviarios quienes protagonizaron los primeros matchs en lo que
hoy es barrio General Paz. Rápidamente la novedosa disciplina deportiva llamó
la atención de algunos cordobeses que pasaron de espectadores a jugadores. Fue
así que surgieron "canchitas" de fútbol en varios lugares de nuestra
capital. Alberdi no fue indiferente al fenómeno: en los terrenos aledaños al
Colegio Santo Tomás fueron congregándose un grupo de jóvenes dispuestos a
foguearse en el "juego de los ingleses locos". La casa de la familia
Lascano, ubicada en Caseros 685, fue el escenario donde, tarde a tarde, se fue
gestando el Club Atlético Belgrano.