CABlendario | 10 de septiembre de 1961
Julio Constantín: el héroe de los doce pasos
14/09/2016
Hoy cumple 55 años el ex arquero de Belgrano, actualmente técnico de la Cuarta división de AFA. En su aniversario de vida, recordamos la noche en que atajó cinco penales en una semifinal.
Cuenta la leyenda, que una noche de septiembre de 1981, un pibe de 19 años, logró en el Gigante de Alberdi una hazaña tan grande, que habría que buscar, y mucho, en las enciclopedias de la historia del fútbol para ver si alguna vez alguien lo ha igualado.

Julio Constantín esa noche atajaría cinco penales y convertiría el que le daría a Belgrano el pase a la final del Campeonato Provincial.

Todo había empezado la semana anterior, cuando el joven arquero había tenido que reemplazar por lesión al experimentado Guillermo Bossio en el arco celeste, en la difícil instancia de una semifinal contra Estudiantes de Río IV, de visitante. Es necesario recordar el nivel de rivalidad que existía entre los dos equipos en esa época, ya que los otros tres grandes rivales de Belgrano se habían ido a jugar los torneos de AFA.

El partido de ida fue catastrófico, los riocuartenses ganaron 5 a 1. La revancha en Alberdi contaba con todos los condimentos para hacer de la gesta algo épico. Ya sabemos la caldera en que se transforma esa cancha algunas noches.



Belgrano formó esa jornada con Constantín; Patuelli, Beccérica, Vega y Lofwal; Rotondi, Ludueña y Fontana; Da Fonseca, Miño y Pucheta. La dirección técnica del equipo estaba a cargo de Sebastián Viberti.

El 4 a 0 a favor de los Celestes de Alberdi, obligó a jugar un suplementario, que terminó empatado en cero.
Con las pulsaciones a mil, se ejecutó la primera serie de cinco penales, en el arco que está de espaldas a la tribuna de los Piratas, que en esa época ocupaba un tercio de la que conocemos ahora, pero que tenía el mismo fervor, o más.


Nuestro arquero le atajó a Carranza el cuarto penal, por lo que el Pollo Beccerica tenía la chance de definir el pase de Belgrano a la final. Pero el defensor de Belgrano la tiró afuera.
Había que seguir la serie, no estaba escrita la última palabra, a Constantín y a los hinchas que poblaban el Gigante, todavía le quedaban muchas más emociones, y todas las sensaciones que nos hicieron pasar.

Curiosamente, se cambió de arco para esta muerte súbita. El centro de atención se corrió al arco de la Preferencial. Acá se empezaría a escribir esta historia inolvidable. Fueron cuatro más los penales que atajó Constantín.

No conforme con esto, tuvo la oportunidad de patear el penal decisivo. No dudó. Con la convicción y la desfachatez que tienen los que están condenados a convertirse en leyenda, acarició la pelota que se coló a la izquierda del arquero Ferrari, en el mismo arco del gol de Mugnaini a Quilmes en el 2000, y el del frentazo de Novaretti a Huracán Tres Arroyos. Ese arco que está reservado para los goles agónicos.


La explosión fue total. Para los que no estuvieron, similar a los festejos de los dos goles arriba mencionados. Si hubiera sido filmado como película, tendría uno de los finales más increíbles de la historia del cine donde se narra una historia deportiva, del estilo de las peleas de Rocky, o del festejo de Escape a la Victoria.

El festejo personal de Constantín también fue digno de contar. Había logrado divisar a tres amigos que lo habían venido a ver atajar desde Unquillo y que estaban prendidos del alambrado de la Preferencial. Lo alentaban entre penal y penal con gritos. Lo agrandaban, lo hacían sentir invencible. Con el triunfo asegurado por su botín y sus manos, se colgó del alambrado para gritar cara a cara lo que acababa de lograr con sus amigos.

Antes de ser llevado en andas por todo el estadio, tuvo tiempo de abrazarse con toda la emoción de su padre, que estaba en la popular lateral y se había metido a la cancha sorteando el alambre de púas.

Nota publicada originalmente en www.alobelgrano.blogspot.com

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